En el año 1959 comenzó el llenado del pantano de Yesa. Hasta entonces los habitantes de Esco habían vivido de la agricultura y ganadería. Las huertas estaban situadas en las riberas de los ríos Aragón y Esca, eran tierras muy ricas que se fertilizaban con las crecidas de los dos ríos. La parte de encima de la carretera se dedicaba al cultivo de cereal y viñas. Por otra parte la zona más alta del término, se destinaba a los ganados, principalmente ovejas y vacas (conocidas por "royas de la tierra") y algunas yeguas.
Por lo que cuentan nuestros padres, y teniendo en cuenta que no hacía mucho que se había salido de la guerra, había necesidad, pero se puede decir que nadie había pasado hambre.
El pantano anegó, pues, la tierra más productiva. Habría que ponerse en el lugar y la piel de estas personas, para poder entender sus sentimientos. La única solución que les ofrecieron fue la de comprarles sus casas y demás tierras y que emigraran a las grandes ciudades. Esta solución que puede parecer justa, ha producido la mayor ruina para la zona. Se desalojaron tres pueblos, Esco, Tiermas y Ruesta, y se movilizaron unas 1.500 personas. Así pues todos los exponentes de cultura tradicional, construcción, costumbres, fiestas, tradiciones, etc, es decir, una forma de vida atesorada durante siglos, se vino abajo en unos pocos años.
En Esco se siguió viviendo hasta la década de los setenta. Había escuela, a la que acudían, también, junto a los del pueblo, los últimos "mocés" y "mocetas" de Tiermas. Venían en el autobús de línea y se repartían a comer, entre las familias de los diferentes alumnos de la escuela. La escuela era mixta y asistíamos todos juntos desde los 4 a los 14 años. El último nacimiento acaecido en Esco, en aquellos años todavía no se acudía a hospitales, tuvo lugar en el año 1965, fue una niña, Marisa Sánchez, de casa Cantón. Los hermanos Guallar, que viven actualmente en Esco, Félix nació en 1963 y Baltasar y Evaristo nacieron ya en Ejea.
En los años siguientes al abandono del pueblo, hemos sido varias las personas, que nos hemos interesado por la reversión de las casas de nuestras familias, con solicitud formal, en algún caso de dicha reversión. Pues bien, pese a que cuando realizaron la expropiación, indicaron que, en caso de querer volver, los propietarios tendrían la preferencia, al día de hoy, la respuesta ha sido siempre, que no nos asiste derecho alguno por haberse realizado una expropiación voluntaria y a que en un futuro el casco urbano podría verse afectado por el recrecimiento del pantano. En el hipotético
caso de llevarse a cabo este recrecimiento, el casco urbano no se vería afectado puesto que la cota inundable sería 522 m. Esta cota afectaría a otros pueblos de los alrededores, Sigüés, Mianos y Artieda. Desde este último pueblo y a través de la acción ejercida por la Asociación Río Aragón, se está llevando una oposición muy activa contra la ampliación del pantano.
Con el paso de los años y ante la dejadez ejercida por todas las instituciones, permitiendo el derrumbamiento y expolio de casas, e incluso de la iglesia, cuya nave fue construida en los siglos XII-XIII, y promovida por Mosen Juan Garcés, párroco de todos los pueblos de los alrededores, se realizó una colecta entre los antiguos vecinos para la rehabilitación de la ermita de la Virgen de las Viñas que también estaba en ruinas. Este hecho fue el que motivó la mayor concienciación de la gente y el embrión de la Asociación.
La Asociación pro reconstrucción de Esco se constituyó formalmente el 23 de octubre del año 1999. Los fines que persigue son:
En la actualidad somos 40 asociados, representantes de otras tantas casas, que esperamos confiados ver realizados nuestros sueños. Dado que el inicio de la reconstrucción no se nos ha permitido, las acciones que hemos llevado a cabo se resumen en:
Mantenemos una especial relación con el pueblo de Bergosa, que a pesar de estar a más de cincuenta Km. del pantano de Yesa, sus montes fueron expropiados, al igual que todos los pueblos del valle de la Garcipollera, con objeto de evitar que las lluvias arrastraran tierras y piedras al embalse.
Aunque en mil años de historia se han vivido multitud de episodios con más o menos fortuna, el siglo XX ha resultado el más nefasto para Esco. Si las leyes de expropiación fueron causa en la década de los 60, del abandono del mismo, las nuevas disposiciones realizadas en los 90, han seguido el mismo camino con los pueblos vecinos, demostrando muy poca diferencia entre los dos regímenes. Esperamos que los políticos del siglo XXI, actúen con más cordura, y sepan restituir el daño efectuado a esta comarca y a sus habitantes.